No quiero otro cielo que no sea el tuyo.

Cuando te dice que aceptes el cielo que te ofrecen, asumes que probablemente sería lo mejor. Hace mil planes nuevos, decides que se han acabado mil cosas como viajes a barrios que nunca antes habías pisado o notas intencionadamente escritas.

 Pero……. ¿qué sucede cuando te das cuenta de que realmente ese cielo no es el que quieres? Entonces es momento de pararse a pensar, de recapacitar y después de darle muchas vueltas a la cabeza, llegas a la conclusión de que es el cielo que solo ÉL te ha ofrecido de lejos el que quieres aceptar. Porque en ese cielo es un lugar donde estás a gusto, donde tienes ese pequeño espacio para poderte parar a pensar. Porque cuando estás en él, el tiempo pasa muy deprisa y ningún problema existe.

Estoy decidida, de aquí en un tiempo no quiero otro pequeño espacio donde estar que ese y si ese cielo no puede ser de momento no quiero otro. Estoy dispuesta a aceptar que ese lugar exista de vez en cuando sin compromisos, sin prisas poco a poco. Que tanto para mi como para ti, sea eso, no otra cosa, sino una situación en la que nos encontremos bien. Me da igual todas las dificultades que se puedan poner por el medio porque de un modo u otro sé que me recompensa.

La gente debe de pensar que tengo algún tipo de problema, que sufro de masoquismo o algo por el estilo. Pero como bien me dicen a lo que hay que hacerle caso es a las tripas y estas no me indican otra cosa que siga adelante, que luche por lo que quiero y lo que quiero eres Tú. Tengo por delante mucho tiempo y paciencia también, como dicen mis amigas más que santo Tomás de Bari =D Así que aquí estaré esperando a tener señales de tú vida, porque en ocasiones tú has sido el que me has hecho llorar pero también el único que con tus palabras me has consolado y eso me indica algo.

Ahora solo toca esperar a que esa opción vuelva a pasar por delante de mi e intentar esta vez no desaprovecharla, disfrutarla al máximo sin ataduras pero también sin desplantes. Porque es lo que me indican las tripas, tripas que también se pueden llamar CORAZÓN.

El corazón tiene las dimensiones de un puño. Es el órgano que simboliza el amor, sigue el ritmo de las emociones. Normalmente en una persona el corazón se contrae entre 60 y 70 veces por minuto, pero el de una persona enamorada muchas más. A veces llega hasta 100 sin que ni si quiera se da cuenta. El corazón es el último en rendirse, continua latiendo. Incluso cuando te abandona la persona a la que quieres, incluso cuando no quieres sufrir más, porque pierdes el control sobre él cuando está enamorado.  Cuando tu corazón late fuerte por otra persona ya no eres tú quien manda, manda él. El hombre no sabe porque se enamora, se trastorna y punto.

A veces se vuelve ridículo, a veces confuso y otras llega a ser incluso peligroso.

Así pues el corazón manda y tu no puedes hacer otra cosa que seguirlo porque aunque intentes ir en contra suyo no puedes. Aún cuando consigue entender racionalmente a la otra persona él te indica otra cosa. En ese momento ¿qué haces? Le sigues sin reparar en las consecuencias que pueda tener. Yo te he conseguido entender a ti pero tambien a él. Y él sólo me indica que siga estando ahi por ti, que siga luchando. Me ha hecho decidirme, abandonando probablemente algo que podría haber sido una bonita historia. Te daré tiempo, se lo daré a él pero de momento seguiré ahí, contigo si me necesitas y espero que sea así. Estaré dispuesta a escucharte siempre que tú quieras. Porque aunque me resulte difícil asumirlo, al igual que sé que quiero todo esto, también se que TE QUIERO a ti......