12 de mayo de 2011

No sé cómo llamarlo.

       
     Cuántas veces hemos deseado borrar un dia, un instante, un momento, hasta un año de nuestras vidas, a borrarlo todo y vaciar nuestra memoria. Si deseáramos en algún momento perder completamente la memoria y pegarnos por ejemplo a la frase "comenzar de nuevo" ¿Cuántas cosas no perderíamos?

Serían como aquellas cosas que se extravían accidentalmente en una mudanza y luego se extrañan. Perderíamos el calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fue perfecto. La inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido. Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos hicieron llorar, la sonrisa más esperanzadora, el nacimiento del sentimiento más bonito.

Dejamos una vida y un presente que nos da infinitas oportunidades por soñar con un futuro perfecto que no existe o un pedazo de cielo donde no sabemos que nos espera.
¿Vale realmente la pena perder la memoria?

O simplemente es mejor esperar, esperar a que las cosas mejoren. Y entonces cuando menos te lo esperas sucede, algo te ha sucedido sin que apenas te des cuenta y otra vez estás ahí en el comienzo de todo. Otra vez estas perdida por un sentimiento que no sabes donde encajarlo que no sabes lo que es pero que vuelve a tener tú cabeza ocupada y que te vuelve a tener ilusionada.

Y antes de que preguntes... No, no lo sé, no sé si te quiero, no sé ni siquiera si podría estar enamorándome de ti... Sé que me miras y me pongo nerviosa, sé que me sonríes y sonrío yo, como si tu sonrisa arrastrara a la mía, sé que te abrazaría al menos 500 veces al día, sé que me alegro cuando sé que te voy a ver, sé que pienso en ti a menudo, a menudo demasiado quizás, sé que me encantaría saber qué te acuerdas  de mí... sé que cuando me preguntas: ¿Qué tal?, te diría: Bien, con ganas de estar contigo…. Y eso es todo lo que sé, NADA pero ¿Es que tú lo tienes más claro?

8 de mayo de 2011

Una etapa que llega al final.

 La clave para ser un buen estudiante es aquello a lo que renunciamos: horas de sueño, fiestas con amigos, una vida normal. Lo sacrificamos todo por ese único momento emocionante, ese momento en el que legalmente te puedes llamar universitario, pero hay días en los que hacer esos sacrificios parece una locura... y luego están los días en los que todo parece un sacrificio y, por último están los sacrificios que ni tu misma sabes porque estás haciendo.

Un hombre sabio dijo una vez que puedes tener todo en esta vida si sacrificas todo lo demás por ello, lo que quería decir es que nada viene sin un precio a pagar así que, antes de entrar en batalla, más vale que decidas cuanto estás dispuesto a perder por ello.

Ahora llega el final de una étapa. Cuando eras pequeña pensabas en como sería tu vestido y calculabas los años que quedaban para ese momento para la graduación. Pero ahora ya esta ya llega ese momento y provoca una mezcla de sentimientos; se cruza la alegría de acabar, con el miedo de empezar algo desconocido para nosotros, la pena por dejar a los profesores y ese colegio que ha sido como una segunda casa. Pero sobre todo lo que más pena me da es saber que en unos meses volveré a estar sentada en un aula pero ya no tendré a la rubia delante para hablar de mil cosas o a E. y a S.  para reírnos de mil cosas o al chino europeo para que me ponga caras. O esas 60 personillas que poco a poco han ido formando parte de mi.
Seguiremos quedando, nos iremos de compras, nos veremos todas las semanas. Miles de promesas que son bonitas pero ¿se realizaran? Eso ya es más complicado de saber y solo el tiempo nos lo dirá.